No existe una manera única de ser creativos/as, ya que por definición la creatividad es un concepto abierto y flexible. Además de la originalidad, la creatividad lleva implícito un cambio de perspectiva, es decir, algo que puede solucionarse con un sistema convencional es abordado desde un punto de vista alternativo. Al mismo tiempo, hay un ingrediente de rebeldía, puesto que la persona que crea no se conforma con lo establecido y presenta un nuevo modelo, estilo o sistema.
Esto es así por varias razones:
1. Asumimos e interiorizamos las reglas y las normas. Desde que somos pequeños/as los agentes socializadores ponen mucho empeño en enseñarnos como se hacen las cosas “bien”. Luego de tener las ideas preestablecidas de como han de ser las cosas, cruzar la frontera a la hora de examinar la realidad desde un nuevo ángulo se nos hará muy difícil.
2. Nos falta confianza. El miedo al fracaso, a equivocarse, a hacer el ridículo está ahí. Siempre que expresemos una idea, solución o forma de actuar de forma novedosa, nos exponemos a críticas. Somos conscientes de que cabe la posibilidad de que nos equivoquemos y entonces aparece la desconfianza. Cuando seamos nosotros/as los/as que no confiamos en nuestras capacidades, perderemos muchas oportunidades de encontrar las actitudes creativas que nos hagan fluir la imaginación. A nadie le gusta equivocarse, pero hemos de tener en cuenta que de grandes errores se han obtenido fantásticas ideas. Por lo tanto se ha de asumir que el error forma parte del proceso creativo.
3. Nos falta tiempo. Vivimos en una sociedad donde prima el pragmatismo debido a la multitud de tareas que “debemos” hacer en nuestro día a día. La creatividad, es decir, desarrollar un nuevo enfoque o perspectiva hacia algo, requiere tiempo y detenimiento para permitir el necesario despegue y vuelo imaginativo.
4. Utilizamos el pensamiento vertical (o lógico) de forma excesiva. Este tipo de pensamiento nos permite clasificar en clases y categorías. Por él llegamos a la solución de los problemas, acercándonos paso a paso. Este tipo de pensamiento es el idóneo para organizar ideas y resumirlas, para profundizar en una dirección. Sin embargo no es el más adecuado cuando se necesita encontrar solución a una situación problemática nueva. En este caso es más conveniente el uso del pensamiento lateral o divergente, el cual a diferencia del anterior va a saltos y en vez de clasificar, reúne información, saca el conocimiento de sus categorías y clases cotidianas, conectándolas y relacionándolas de manera inusual.
5. Nos gusta sentirnos seguros/as. Lo conocido nos da confianza y ofrece seguridad. En cambio lo nuevo es incierto, desconocido y genera cierto grado ansiedad o miedo.
6. Nos gusta lo fácil. Es mucho más cómodo seguir haciendo lo mismo que preguntarse: ¿qué otra cosa hacer? Solemos estar más a gusto desarrollando al máximo una idea conocida y vieja que descubrir o encontrar una sola idea o enfoque novedoso.
7. Renuncia a abandonar el esfuerzo realizado: Luego de haber invertido determinado tiempo, esfuerzo y capacidad en una dirección, es más difícil abandonar una idea y recomenzar con otra nueva, dado el nivel de implicación que se posee con la primera.
¿Qué puedes hacer para despertar tu creatividad?
- Curiosea. Salta de unas ideas a otras y cuestiónatelo todo. Vuelve a preguntarte “¿por qué?” constantemente como cuando eras un niño/a. No te conformes con la primera explicación. Ve un paso más allá y profundiza. Deja que fluya y no te pongas límites. Ábrete a la experiencia.
- Observa. Y además hazlo como si fuera la primera vez que lo estuvieras viendo. Detente en los detalles y aprécialos con calma. El hecho de observar todo con más detenimiento te ayudará a ver las cosas de otra manera y a encontrar matices que antes no estaban ahí.
- Aprende. Lee, ve a exposiciones, apúntate a un curso, aprende un nuevo idioma, asiste a charlas o conferencias… En definitiva, fomenta tu curiosidad a través del aprendizaje.
- Escucha. Mantente alerta en lo que pasa a tu alrededor. Nos centramos demasiado en nuestro propio discurso. La gente que nos rodea nos puede aportar mucho. Escucha diferentes puntos de vista y opiniones, te aportarán nuevas perspectivas.
- No juzgues. Hacerlo impide que fluyan las ideas. Dales permiso a todas tus ideas, juega con ellas, aunque en un primer momento te puedan parecer absurdas. Aprende a tolerar la ambigüedad.
- Pierde el miedo. Permítete equivocarte. A través del binomio prueba-error también se aprenden muchas cosas. Redefine, potencia tu capacidad para reestructurar percepciones, conceptos o cosas. Recuerda que la persona creadora tiene la habilidad para transformar algo en otra cosa.
- Tómate tu tiempo: Es importante que no te obligues a crear nuevas ideas o soluciones constantemente. Si no lo tienes en cuenta corres el riesgo de bloquearte. La mayoría de las veces un descanso puede hacerte ver las cosas con una nueva perspectiva.