Normalmente para que alguien cambie una actitud o un comportamiento que nos molesta o nos resulta inadecuado, solemos utilizar la crítica o el castigo como estrategias para llegar a ese cambio.
Cuando criticamos nos centramos directamente sobre aquellos aspectos del comportamiento que a nuestro modo de ver no se están llevando a cabo de forma correcta. Lo hacemos para conseguir que la persona objeto de nuestra crítica sea consciente de su error y cambie su forma de actuar. Sin embargo esta forma de corregir al otro/a normalmente disminuye la motivación. La persona objeto de esa crítica suele experimentar la sensación de que se le está valorando negativamente o que solo se le señala lo negativo. Esta sería ya la primera pista que nos indica que no es la forma adecuada de incidir en un comportamiento.
Cuando somos criticado/as es una reacción habitual el que nos pongamos a la defensiva, tendemos a no admitir lo que nos están diciendo porque nos lo tomamos como un ataque. Si estas críticas son constantes, podemos vivirlo como una incapacidad para hacer las cosas bien hacia esa persona que nos demanda un cambio de actitud. Si además, esa crítica apunta hacia nuestra identidad (en forma de etiqueta tipo “eres egoísta”, “eres una vaga”, etc.) normalmente nos generará emociones de rechazo, enfado, ira o resentimiento contra quien nos ataca. Con ello es más fácil desencadenar fácilmente una discusión donde no haya trazas de entendimiento porque lo único que querremos es defendernos y salvaguardar nuestra autoestima.
Sin embargo para no caer en una disputa infinita que no nos lleva a ninguna parte, debemos ser conscientes de que bajo cualquier queja que hace el otro o la otra siempre se esconde un anhelo. Es decir, nos quejamos porque en realidad deseamos algo bueno para el buen funcionamiento de nuestra relación.
Veamos algún ejemplo:
Queja: “¿Por qué no bajas nunca la basura y dejas que se amontone?”
Anhelo: “me gustaría que funcionáramos más como compañeros/as de un mismo equipo en las tareas domésticas”
Queja: “Nunca me llamas durante el día”
Anhelo: “Deseo que nos pudiéramos sentir cerca el uno del otro, incluso cuando estamos separados/as”
Después de esto, os propongo un ejercicio para hacer en pareja y corregir en positivo: Cada ha uno/a ha de elaborar una lista de de las quejas que soleis recibir del otro/a. Luego debeis escribir una frase que exprese cual es el anhelo que creeis subyace a esta crítica que tanto habeis escuchado. Una vez realizado esto, compartid el material con vuestra pareja. Las siguientes veces que tengais una queja para con vuestro/a copañero/a intentad identificar cual es el anhelo que subyace y exprésalo en forma de deseo.
Es un ejercicio muy sencillo y notareis la transfomación de vuestra forma de relacionaros enseguida. Esta manera de comunicaros no os hará sentiros heridos/as, no os pone a la defensiva y además hace más efectiva y fluida la comunicación lo cual hará más probable el cambio sin tener que haber pasado por ninguna discusión destructiva.