Decir no a alguien puede suponer una dificultad para muchas personas. Hay muchos factores que pueden presentarse en nuestra contra:
- A veces puede que nos pese más “el qué dirán” o “el qué pensarán de mi” que nuestros propios motivos para dar una negación.
- Otras veces puede que nos sintamos culpables si no respondemos a las demandas del otro/a ya que es probable que se desilusione o entristezca.
- También puede ser que tengamos tendencia a sobreimplicarnos en los problemas ajenos y nos sentimos responsables de todo haciéndosenos imposible decir no.
- Puede que por temor al rechazo ya que pensamos erróneamente que si no aceptamos lo que nos proponen perderemos el amor o el cariño de quien nos lo pide. Incluso cabe la posibilidad que se enfade.
- Otro motivo para no decir no puede ser que sobrevaluamos a los/as demás y/o nos infravaloramos a nosotros/as mismos/as . Una petición nos hace sentir importantes porque recurren a nuestra persona pidiéndonos algo y por lo tanto nos sentimos en la obligación de corresponder.
¿Por qué es importante saber decir no?
Una de las principales características de la autoestima baja es esa falta de capacidad para decir que no a los requerimientos de los/as demás.
Piensa en esto un momento: ¿Cuántas veces has sentido rabia contra ti mismo/a por haber aceptado dar o hacer algo que en realidad no querías, simplemente por no atreverte a decir que no?
Si te has arrepentido en muchas ocasiones (quizás demasiadas) podría ayudarte el seguir leyendo.
La asertividad es tu aliada.
La asertividad es la capacidad de decir lo que pensamos sin dañar al otro/a. Se trata de saber defender nuestros derechos respetando los de los demás. Tenemos que comprender que es tan importante el derecho a pedir como el derecho a negarse. Por lo tanto no se trata de ser una persona egoísta que diga no por sistema. Se trata de encontrar un equilibrio entre dos extremos igual de malos: entre el decir siempre que sí y el decir siempre que no, entre la sumisión y la agresividad. Debemos aprender a determinar en qué momentos debemos negarnos y en qué momentos hay que aceptar el requerimiento de otros/as.
Es importante aprender a decir que no y además es importante aprender a hacerlo bien. Debemos de marcar los límites y no ceder ante manipulaciones emocionales para no sentirnos invadidos/as con la consiguiente rabia de no tener el control de nuestras vidas (con la frustración que ello conlleva). Decir que no cuando lo consideremos oportuno no es ser egoísta ni desagradable. Negarse a hacer algo que no se quiere hacer sólo es síntoma de ser una persona coherente consigo misma, que se respeta y se valora.
¿Cómo aprendo a decir no?
En realidad es muy fácil. Todos sabemos cuando no queremos algo. Simplemente hemos de expresar la negativa con educación. Luego pasaremos a dejar claro que comprendemos la demanda y la motivación de nuestro/a interlocutor/a. Tras ello explicaremos amablemente porqué nos negamos. Indicaremos nuestros motivos siempre hasta el punto que creeamos necesario. Así que dependiendo de la pesona a la que nos referimos esto variará. No es lo mismo dar una explicación a alguien que no conocemos de nada que a un amigo intímo, por ejemplo. Este paso nos ayuda a que la otra persona comprenda mejor nuestras razones para decir que no y sea más fácil zanjar en ese momento la cuestión. Después (sólo si queremos o lo consideramos oportuno) podemos dar una alternativa para compensar.
Podría ser algo así:
–“Me puedes ir a hacer esta mañana un recado al banco?”
–“No, lo siento” (negamos). “Se que estás muy liada y justa de tiempo estos días porque tienes muchas cosas pendientes” (entendemos su demanda) “pero yo tengo que estudiar para mi exámen” (explicamos). “Si quieres puedo ir pasado mañana al salir del exámen” (damos alternativa pero ésta como dije no es obligatoria)
¿Y si esto no basta?
Una vez nos hayamos negado pueden pasar dos cosas: que nuestro/a interlocutor/a acepte la negativa sin problema o que insista y siga pidiéndonos algo a lo que tenemos claro que no queremos acceder. Si nos vemos en la tesitura de tener que seguir diciendo que no, es clave no movernos de nuestra negativa. Para ello podemos utilizar la técnica del disco rayado. Esto consiste en repetir nuestro discurso exactamente igual cada vez que nos insista. Cuantas más veces nos reclame, menos explicaciones daremos hasta llegar a un simple no o un gesto negativo con nuestra cabeza. Es importante no dar más explicaciones de las que hemos dado de entrada para que la persona que nos demanda no insista cada vez por nuevos frentes.
No existe la fórmula mágica para que nuestro/a interlocutor/a no se enfade o disguste y nos acepte el no sin réplica alguna. Sin embargo, si esto llegara a pasar debemos comprender que no es nuestro problema. Tenemos todo el derecho del mundo a negarnos y cada persona es responsable de la gestión de su frustración.
Tanto si nos aceptan la negativa cuando decimos que no la primera vez, como si nos la aceptan a la tercera o nos insisten hasta la extenuación, mantenernos en nuestra decisión nos ayudará a sentirnos coherentes a nosotros/as mismos/as.
Pon en práctica tu asertividad
Has de tener en cuenta que si de entrada no eres una persona asertiva, el modificar tu actitud al principio te costará. Para ello estará genial que practiques. Toda nueva habilidad requiere aprendizaje. A modo de práctica puedes imaginarte una situación que hayas vivido previamente y en la que accediste a las demandas de tu interlocutor/a cuando en realidad tu respuesta habría sido una negativa. Visualizáte diciendo NO de forma asertiva: que palabras utilizarías, cómo darías una explicación a la negativa, cuales serían tus gestos, tu tono de voz etc. Incluso podrías hacerlo delante de un espejo para sentirte más seguro/a y cómodo/a el día que lo lleves a cabo en una situación real. Así no tendrás que preocuparte en si estás transmitiendo tu negativa de forma correcta. Te centrarás nada más en decir no.
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